"Pertenezco
por convicción y talante a una mayoría de ciudadanos que desea hablar un
lenguaje moderado, de concordia y conciliación.".
(Adolfo Suárez)
Adolfo Suárez González, el primer presidente de Gobierno de
la democracia ingresó en la Clínica Cemtro el pasado lunes por una neumonía.
Aunque el proceso neumológico remitió, su enfermedad neurológica siguió
avanzando hasta el final. Hoy, en España, todos y todas, estamos de luto, el
principal artífice de la democracia en España, Adolfo Suárez, ha muerto. D.E.P.
El desenlace de la enfermedad degenerativa contra la que
luchaba desde hacía once años era «inminente», según anunciaba su hijo Adolfo
Suárez Illana a los medios en la mañana del viernes. Finalmente ha muerto,
rodeado de los suyos y «sin perder ni la sonrisa ni su mirada picarona» hasta
el último momento, como avanzaba su hijo, visiblemente emocionado.
Adolfo Suárez fue
presidente del Gobierno de España desde julio de 1976 hasta su dimisión el 29
de enero de 1981. Fue designado por el Rey Don Juan Carlos como último
presidente de la etapa predemocrática. Juntos dirigieron la reforma para
desarticular el sistema institucional de la dictadura franquista, y sentaron
las bases de una democracia homologable a la del resto de países occidentales.
Todavía en época franquista fue Director General de Radio
Televisión Española, y fue nombrado Ministro secretario general del Movimiento
por el primer Gobierno que formó Carlos Arias Navarro tras la muerte de Franco.
Fueron los primeros puestos de importancia en una meteórica
carrera política que lo llevó con 43 años a la presidencia del Gobierno. Rostro
del aperturismo a la democracia, Adolfo Suárez fue junto al Rey Don Juan Carlos
y Torcuato Fernández Miranda el artífice de una transición controlada a la democracia,
que tiene como gran exponente la Ley para la Reforma Política que liquidó el
franquismo desde dentro. Refrendado en las urnas por el pueblo español, Suárez
sacó adelante junto a las fuerzas democráticas una nueva Constitución que
diseñó la España de las Autonomías.
El
líder que cambió la historia de España
Adolfo Suárez, fue el coraje hecho persona y el más firme
defensor de los valores del diálogo y del consenso. Pero por encima de todo, entra
en la Historia por haber dirigido un auténtico cambio en el curso de los
asuntos públicos de España, que transitó desde el Estado dictatorial hasta la
democracia constitucional en solo dos años y medio, a pesar de la intensidad de
los esfuerzos de la extrema derecha y del terrorismo de ETA y del GRAPO para
impedirlo, y de las conspiraciones de franquistas atrincherados en el
inmovilismo.
Todos los partidos políticos de todo el espectro ideológico
han reconocido el papel de Adolfo Suárez y su aportación a la democracia. Al
reconocimiento de las formaciones políticas se sumaron los presidentes
autonómicos con comunicados o declaraciones. El presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, ha asegurado que el "mejor homenaje" que los españoles
pueden rendir a Adolfo Suárez tras su fallecimiento es "seguir el camino
que él marcó: de entendimiento, de concordia y de solidaridad entre
españoles".
Un golpe de timón del rey don Juan Carlos fue precisamente
lo que desbloqueó el camino de una reforma política que tuvo muchos padres.
Suárez había redactado una hoja de ruta de la futura democracia, “unas
cuartillas” que puso en manos del Rey en el mayor de los secretos, según afirma
su círculo íntimo. Esa versión contrasta con las Memorias póstumas de Torcuato
Fernández Miranda, el maduro profesor que ofició de mentor político de don Juan
Carlos en sus primeros años como Rey, en las que se atribuye a sí mismo el
papel de diseñador de la Transición. Líderes de la izquierda, como Felipe
González y Santiago Carrillo, también participaron de lleno en las decisiones
de la Transición, y aunque más tardíamente, también hay que reconocer el papel
de Manuel Fraga.
Pero lo cierto es que nada hubiera sido posible si Suárez,
al frente del segundo Gobierno del Rey, hubiera titubeado o se hubiera atascado
en la conducción del proceso durante el año escaso que transcurrió entre su
nombramiento como jefe del Gobierno y las elecciones del 15 de junio de 1977.
Decidió una primera amnistía de presos políticos, disolvió el Movimiento
Nacional, legalizó a los partidos que pugnaban por la democracia; socialistas y
comunistas contuvieron a los más radicales y Suárez se fajó para que las
estructuras franquistas se hicieran el haraquiri, como un general que tuerce el
brazo a sus tropas, siempre por el procedimiento "de la ley a la
ley". De ahí la inquina que le guardaron los elementos inmovilistas.
Suárez contaba entonces con 43 años. Criado políticamente en
el Movimiento Nacional (el partido único de Franco, un magma de falangistas,
sindicalistas verticales y cargos públicos), llevaba nueve dedicado a la
política. Había comenzado como procurador en Cortes (hoy, diputado) por Ávila,
su provincia natal, hasta desempeñar la secretaría general del Movimiento en el
primer Gobierno del Rey. Una trayectoria con poco brillo y demasiada juventud
para la élite intelectual y funcionarial de la época, que compartió con la
oposición clandestina, sin quererlo, la impresión de que el Rey había cometido
el error de su vida.
Tras la Ley de
Reforma Política, que abrió las puertas a la democracia, le siguieron la
legalización de partidos y sindicatos, la amnistía para presos políticos y el
regreso del exilio de los principales del PCE. Once meses después de ser
nombrado presidente, se celebraban, el 15 de junio de 1977, las primeras
elecciones democráticas desde la Segunda República. Las urnas respaldaron a
Suárez y a la UCD, un partido que había ayudado a formar uniendo a varios
grupos de ideología variada. Fue su época dorada, aunque estuvo cargada de
dificultades. Se aprueba el IRPF y la Constitución de 1978. Fueron tiempos de
cambio, pero convulsos. La actividad del GRAPO y sobre todo la de ETA azuzaba
constantemente la estabilidad de la democracia.
El inicio de una nueva década cambia el rumbo político de
Suárez. Convertido en el primer presidente constitucional tras las elecciones
de abril de 1979, pudo superar, un año después, una moción de censura, pero no
parar la gangrena que corroía UCD, un partido fracturado, Suárez no superó el
golpe y dimitió como presidente en enero de 1981. Gobernó cuatro años y siete
meses, con cinco gabinetes distintos y afrontó dos intentos de golpes de
Estado, la operación Galaxia en 1978 y el asalto al Congreso encabezado por
Tejero en 1981.
Adolfo Suárez lo volvió a intentar formando su propio
partido, el CDS. Obtuvo pésimos resultados electorales en 1982, cuando logró
solo dos escaños; en 1986 consiguió 19 diputados y situó a su formación como
tercera fuerza política. Fue un fugaz segundo momento de esplendor. Pero su
estrella ya había alcanzado su cénit en la transición y declinó definitivamente
en 1989, cuando un CDS que aspiraba a ser bisagra perdió cinco de sus actas y
fue desplazado por IU del pódium parlamentario. Suárez dimitió como presidente
de su partido en 1991, tras sufrir un varapalo en los comicios autonómicos y
municipales celebrados en en primavera de ese año. En 1993 el CDS se quedó
fuera del Congreso y se convirtió en marginal. Nunca se recuperó. Y tampoco
Suárez, que desapareció del primer plano de la política activa para siempre y
solo resurgió como mito de la transición.
La
enfermedad y la muerte marcaron sus últimos años
En 1996, recibió el Premio Príncipe de Asturias de la
Concordia, por su importante contribución a la Transición española. Su
trayectoria política le ha valido otras condecoraciones como la Gran Cruz del
Mérito Civil, la Gran Cruz de Isabel la Católica, la Gran Cruz de la Orden de
la Libertad de Portugal o el collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro.
Los últimos años de Adolfo Suárez se vieron marcados por las
enfermedades de su mujer, Amparo Illana Elórtegui, y su hija mayor, Marian
Suárez Illana, que fallecieron de cáncer, así como por su dolencia personal.
En 2005, su hijo Adolfo hizo público en una entrevista para
televisión española que el ex presidente padecía una demencia senil
degenerativa desde hacía dos años, que le había borrado todos sus recuerdos.
La última imagen pública de Adolfo Suárez quedará grabada
también para la Historia de España. Es la foto de la visita que el Rey le hizo
en julio de 2008 para entregarle el collar de la Insigne Orden del Toisón de
Oro. En la instantánea se puede ver de espaldas al ex presidente junto al
monarca, que le pasa el brazo por el hombro, mientras pasean por los jardines
del domicilio familiar de Suárez.
Ahora, muy pronto, todos y todas, lo ensalzarán, incluso
quienes, en vida, le negarán la realidad de su labor por y para conducir a
España a la Democracia. Una de sus frases que pasarán a la historia lo deja
entrever; "La vida siempre te da
dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes elige siempre la difícil,
porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha
elegido por ti.". El optó por la difícil y realizó aquello que la
mayoría deseábamos y que muy pocos lo habrían hecho. Aun así, jamás le
perdonaron que hiciera lo correcto. En España somos así, por lo tanto, pronto,
ya en el cielo u otro mundo, no será envidiado y al contrario, habrán miles de
homenajes, que lo mereció en vida.
“Quienes
alcanzan el poder con demagogia terminan haciéndole pagar al país un precio muy caro”.
(Alfonso Suárez)
Presidente Adolfo Suárez, D.E.P.
Fuentes:
Europa Press
Agencia Efe
Libro; Adolfo Suárez, La historia que no se contó.