Dios te elige para que sigas el camino de la santidad, el
ciudadano, el pueblo, te elige para que gestiones y conduzcas lo que pone a tu
disposición y lo mejores. En ambos casos, no olvides nunca que eres un servidor
de Dios o de tu pueblo.
La vida es corta o larga según te vaya. Si todo va bien,
resulta corta. Y si va mal… es demasiada larga. Sin embargo tanto en un caso
como en el otro, no olvidemos que cuando el pueblo nos elige para un
determinado cargo o responsabilidad, es el mismo pueblo quien te paga y exige
que cumplas con aquello que dijiste que ibas a hacer y por ello lograste su
confianza.
No levites por tu cuenta, camina con paso firme y sin
olvidar pisar el suelo, lleves o no tacones, el suelo de las calles es parte
del paisaje del pueblo o ciudad donde
residen aquellos que en un momento de acierto o de debilidad, te proporcionaron
ese cargo o puesto remunerado.
Las monedas donde se podían leer; “por la gracia de Dios”,
ya no son de curso legal.
Sé persona, sirve a quien te remunera y respétalo, pues
quien respeta a sus conciudadanos, se hacen merecedor del respeto de los
mismos.
El cargo electo es efímero, el de ciudadano o vecino suele
ser más duradero y a la vez más costoso.
Por último, no me agradaría dar la razón a mi admirado, el
gran Enrique Jardiel Poncela, que sobre los cargos y más concretamente de los
políticos decía eso de ; “Los políticos son como los cines de barrio, primero
te hacen entrar y después te cambian el programa.”
Ya lo decía Curro; “ Ni des a quien dio , ni pidas a quien
pidió”.
Dios, que bueno es este articulo y que de acuerdo estoy con todo lo que en el se dice.
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