domingo, 19 de mayo de 2013

Ay! El aprendizaje!!


“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.”- (Benjamin Franklin(1706-1790) Estadista y científico estadounidense.).


Todos nacemos únicos, en un momento concreto y en algún lugar y traemos un propósito genético, que mentalmente desconocemos. La vida es ese proceso, que transcurre desde que naces hasta que mueres, si conservas la salud y no alteras su proceso. Es ese viaje que emprendes desde tu punto de partida hasta tu punto de destino. Durante el viaje hay veces que sientes que estás perdido y otras que estás en la dirección correcta, a veces que avanzas y otras que estás atascado.

Vemos, durante todo el viaje, señales a las que hacemos caso o no. Cuando sientes que estás en la dirección correcta percibes tu vida llena de propósito y de fuerza: “la realidad” tiene sentido. Cuando te atascas todo son resistencias, la vida no parece llevarte a ninguna parte y nada tiene sentido; y no es fácil llegar a un destino si no sientes a donde “tienes” que ir.

 

 Sin embargo, si cada vez que nos hemos equivocado, caído o errado, hemos tomado buena nota y de todo ello, hemos aprendido algo, co cabe la menor duda que muchas cosas cambian.

La vida en sí, con sus tropezones, nos enseña muchas cosas y que deben servir para vivir el presente y el futuro. Si es así, nos sirvió de aprendizaje.

Es entonces cuando podemos decir que hemos aprendido. Al cabo de unas décadas, es posible que haya aprendido a través de las experiencias vividas…

¿Y qué he aprendido yo?


 

He aprendido... que no puedes hacer que alguien te ame. Todo lo que puedes hacer es ser alguien amoroso. El resto depende de los demás.

He aprendido...que no importa cuanto me preocupe o interese por la gente, algunas personas simplemente no actúan recíprocamente.

He aprendido...que cuesta años construir una confianza, y solo segundos para destruirla.

He aprendido... que lo que cuenta no es lo que tengo en la vida, sino a quien tengo en mi vida.

He aprendido...que no debo compararme a mi mismo con lo mejor que los otros pueden hacer.

He aprendido... que en un instante puedes hacer algo que te hará doler el corazón el resto de tu vida.

He aprendido...que me esta tomando mucho tiempo llegar a ser la persona que quiero ser.

 



He aprendido...que siempre debes despedirte de los seres queridos con palabras amorosas, porque puede ser la última vez que los veas.

He aprendido...que siempre puedo seguir adelante después de que pensaba que ya no podía.

He aprendido...que somos responsables por lo que hacemos, no importa como nos sintamos.

He aprendido...que, o controlas tu actitud, o esta te controla a ti.

He aprendido... que no importa que calurosa e intensa sea una relación al principio, la pasión disminuye y es mejor que haya algo que tome su lugar.

He aprendido...que los héroes son personas que hacen lo que se debe hacer cuando es necesario hacerlo independientemente de las consecuencias.

He aprendido...que mi mejor amigo y yo podemos estar haciendo algo o haciendo nada, y sin embargo lo pasamos muy bien.

He aprendido... que a veces aquellos que esperas que te den la patada cuando estas pasando una mala racha, son los que te ayudan a recuperarte.


 

He aprendido... que a veces cuando estoy enojado tengo el derecho de estar enojado, pero no el derecho de ser cruel.

He aprendido... que la verdadera amistad continúa creciendo, incluso a pesar de las distancias más grandes. Lo mismo se aplica al amor verdadero.

He aprendido...que solo porque alguien no te quiera de la forma que deseas, eso no significa que esa persona no te quiera de la mejor forma de que es capaz de quererte.

He aprendido...que la madurez tiene mucho que ver con las clases de experiencias que has tenido y con lo que has aprendido de ellas, y poco con la cantidad de cumpleaños que has celebrado.

He aprendido... que nunca debes decirle a un niño que sus sueños son irrealizables o desproporcionados. Pocas cosas son tan humillantes como esa, y que tragedia seria si llegaran a creerlo.

He aprendido...que mi familia no estará siempre disponible para mí. Puede parecer extraño o divertido, pero personas no emparentadas conmigo pueden preocuparse por mí, amarme y enseñarme a confiar en la gente de nuevo. Las familias no son biológicas.

He aprendido... que independientemente de lo bueno que sea un amigo, habrá momentos en que me hiera y deberé perdonarlo.

 


He aprendido...que no siempre bastara con ser perdonado por los demás. A veces será necesario aprender a perdonarme a mi mismo.

He aprendido...que no importa cuan roto este mi corazón, el mundo no se detendrá para consolarme.

He aprendido...que nuestros antecedentes y circunstancias pueden haber influenciado lo que somos, pero somos responsables por lo que lleguemos a ser.

He aprendido... que el hecho de que dos personas discutan no significa que no se amen. Pero el que no discutan tampoco significa que si se amen.

 


He aprendido...que no tenemos que cambiar de amigos si llegamos a entender que los amigos cambian.

He aprendido...que no deberías esforzarte tanto para descubrir un secreto. Podría cambiar tu vida para siempre.

He aprendido... que dos personas pueden estar viendo la misma cosa y ver algo totalmente diferente.

He aprendido...que no importa cuanto trate de proteger a mis hijos, ellos eventualmente se lastimaran y te veras lastimado en el proceso.

He aprendido...que mi vida puede ser cambiada en cosa de horas por personas que ni siquiera me conocen.

He aprendido...que aun cuando piense que ya no tengo nada más que dar, si un amigo me pide ayuda, encontraré la fuerza para hacerlo.

He aprendido... que los títulos en una pared no me hacen un ser humano decente.

He aprendido... que las personas que más me importan en la vida, son alejadas de mi demasiado pronto.

He aprendido... que es difícil marcar el limite entre ser amable para no herir los sentimientos de la gente, y defender aquello en lo que creo.

 

 Y sobre todo, he aprendido que... la vida es un aprendizaje constante.

viernes, 10 de mayo de 2013

¿Orgullo?... Abre la mano!!



Esta tarde, hemos acudido a una cita con un grupo de personas mayores, muy humildes y mejores gentes, con la intención de poder auxiliarles en algunas dificultades que están atravesando. Se trata de ayudarles desde el voluntariado y cubrir ciertas necesidades que al día de hoy, les son de gran importancia y que ninguna institución local o comarcal les ha podido cubrir.

Precisamente, nos llamó la atención que otras personas también citadas a esa reunión, no solo no comparecieran sino que alguien allí presente, comentó que los ausentes, lo hacían por orgullo.

Orgullo?  Esta palabra me ha hecho pensar. Por supuesto, tras llegar a unos acuerdos con las personas que nos pedían ayuda y que probablemente, se les cubra las necesidades que han planteado en una semana.

Pero, orgullo, que querría decir aquella persona al pronunciar dicha palabra?

Busco significados y  me encuentro que, entre otras cosas, puede ser… arrogancia, vanidad, soberbia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas.
Pero también, el orgullo consiste en una estima exagerada de sí mismo, o amor propio indebido, que busca la atención y renombre.

 

No olvidemos que la soberbia, el orgullo y el amor propio se encuentran estrechamente ligados. Relacionados con el orgullo están la vanidad, soledad, locura y la dignidad.

Cuanto más profundizo en los diferentes significaos o ramas de dicho árbol, mira por donde, menos signos nobles y más gesto de falso, encuentro en ello.

Podemos estar orgullosos de lo que hemos hecho, si de verdad ha valido la pena. En este caso, no es motivo de orgullo desatender o no ofrecer la mano a quien te pide ayuda.

Ojala desde la reflexión, se revierta ese raro orgullo en generosidad.

“El orgullo lleva consigo un castigo, la necedad.”.  (Sófocles)

Confío que esta reflexión, no nazca desde mi soberbia.


jueves, 9 de mayo de 2013

De "manguis" europeos , "pajarracos" y Aves". !!





 Buenos dias...


No sé si felicitaros , me da un poquito de corte, pero, hoy 9 de Mayo, se celebra el Día de Europa, en la Unión Europea, en recuerdo de la denominada Declaración Schuman, en la que el ministro francés de exteriores, Robert Schuman, dio el primer paso para la integración de los estados europeos al proponer que el carbón y el acero de Alemania (entonces República Federal Alemana) y Francia (y los demás países que se adhirieran) se sometieran a una administración conjunta, impulsando la creación de la primera Comunidad Europea: la del Carbón y Acero, siendo por tanto el origen de la actual Unión Europea.

 

Para celebrar el Día de Europa, a primeros de mayo las instituciones de la UE abren sus puertas a los ciudadanos en Bruselas y Estrasburgo. Las oficinas de la UE en Europa y el resto del mundo organizan una variedad de actividades y eventos para todas las edades.

Cada año son miles los asistentes a las visitas, debates, conciertos y otros actos que celebran el Día y dan a conocer la UE.

Pero, al día de hoy, con esto de la economía y el euro, este tema está que mejor ni tocarlo.


También, tenemos otra opción, celebrar el Día Internacional de las Aves.


   
El día Internacional de las Aves se celebra por iniciativa de BirdLife International, quien exhorta a que esta celebración se lleve a través de festivales, eventos, exposiciones, conferencias y presentaciones alusivos a este Día. El objetivo primordial es no dejar pasar un momento en el año sin enaltecer y reconocer la grandeza de estos singulares seres vivos.


En estos tiempo, además de estas dos fechas festivas y de profundas convecciones positivas, no debemos olvidar las relacionadas con ambos eventos, Celebremos el Día de Europa y el de Lad Aves, y no de los “pajarracos” que también algunos celebran en estas fechas.

Tanto para los “manguis” de la vieja Europa como para los “pajarracos”, esta frase de San Agustín, les viene que ni anillo al dedo; “Cuando se poseen cosas que sobran, se poseen bienes ajenos”.

domingo, 5 de mayo de 2013

"Mamá, solo quería abrazarte"









Como no podía ser de otra manera, en el mes de la mujer, y más en concreto, en el “Día de la Madre”, cinco décadas después, tengo para la mujer más importante en mi vida estos recuerdos:




"Solo quería abrazarte"

 

Eran ya las 10 de la noche y había sonado el timbre que como todas las noches y a la misma hora, hacía sonar el Bedel, lo que indicaba que todos los chicos (seminaristas) debían estar acostados en sus respectivas camas y en silencio en los dormitorios.

Aunque ya llevaba más de dos meses interno en aquel Seminario, Angelito, no se había adaptado ni a las clases ni a los días de visita. Éstas, eran cortas los domingos y muy tristes cuando se marchaba su madre y él se quedaba meditando e intentando alargar los recuerdos de aquella hora de domingo.


Si todas las noches, se acostaba para dormir después de sus oraciones, esa noche, le resultaba difícil. No era una noche cualquiera, era La Noche.

Era Noviembre y hasta Enero no cumplía los 10 años, era un niño todavía, muy retraído y como dirían hoy, “con mucha vida interior.”

Esa noche, la había preparado mentalmente, había tomado una gran decisión, iba a escapar del seminario mientras los demás dormían e iría a casa de sus padres que se encontraban en la misma ciudad y a unos 5 kilómetros del Colegio Seminario, donde se encontraba en régimen de interno.

 


Aunque la decisión la había tomado esa misma tarde, durante el rezo del rosario, que entonces, se hacía paseando por el campo de deportes, ya eran varias semanas que por distintas razones no había podido ver a su madre…

Entre oración y oración, paseaba por el campo de deportes, con los brazos recogidos y las palmas de las manos juntas en señal de oración. Angelito, repasaba cada uno de los momentos que deberá vivir, una vez tomada la decisión de salir por la noche, saltar el muro y seguir a la carrera hasta llegar a casa de sus padres.

Angelito, tenía amigos, como José Manuel, pero era una decisión personal la que había tomado y no quería perjudicar a sus amigos y menos, que éstos le quitaran la idea de la cabeza.






 Tanto la merienda, como la cena no fue de su agrado, se encontraba muy nervioso y esto le restó el apetito.

Conforme llegaba la hora del “silencio”, las 10 de la noche, Angelito sentía como le latía el corazón con un ritmo diferente, hasta parecía que le retumbaba el sonido en los oídos, como unos golpes de martillos contra un yunque. De no ser tan retraído, alguien lo habría notado y quizá el plan no lo habría llevado a cabo.

Habrían pasado unos 40 minutos desde el timbrazo (silencio) u orden de acostarse, e incluso, habían pasado tanto el Bedel como los sacerdotes encargados de cada curso escolar, que comprobaban que los alumnos estaban dormidos y a modo de recuento, estaban todos.

Una hora después, todo estaba a oscuras y además en silencio. Claro, si no tenemos en cuenta los ronquidos de Ginesín, un chico muy majo de Cartagena y que dormía en la cama de al lado.

Aún pasaron aproximadamente 30 minutos más y Angelito, muy nervioso, daba vueltas y vueltas a lo que pretendía hacer, e incluso tuvo dudas…y hasta pensó dejarlo para otro día.

Era entonces, en esos momentos de debilidad cuando, una fuerza muy grande que le salía desde dentro, desde el corazón, le daba fuerzas para llevar a cabo esas decisiones que de antemano había tomado.

LA HUIDA

 


Lo había visto una y otra vez, casi treinta veces, en la película de François Truffaut , “Los 400 golpes”, ya que se había proyectado en el Seminario en tantas otras ocasiones. En ella, el protagonista de la película francesa, de aproximadamente la edad de Angelito, cogía la almohada y la tapaba con la manta y la colcha y así simulaba el cuerpo de un niño acostado y tapado. Y así lo hizo, pensó que nadie le echaría en falta, sólo faltaba cruzar cerca de la portería donde se encontraría el Bedel.

Mientras en la película, el protagonista huía de aquel internado (reformatorio), no un Seminario, y su meta era llegar hasta ver el mar…para Angelito, su meta era llegar a casa y ver a su madre.

Antes, cruzó despacio el dormitorio, como se había acostado con la ropa de la calle puesta, no tendría que hacer ruido de taquillas.

De repente, se paró cerca de la portería, había una luz tenue, la que le servía al Bedel para leer y a la vez no le molestaba si se daba alguna cabezada “reparadora”. Angelito, no apreciaba ningún movimiento, sólo escuchaba de fondo la radio encendida de la portería. Aguardó unos minutos que se les hicieron muy largos y demasiados calurosos, ya que de los nervios no paraba de sudar.

Mientras esperaba, tuvo otro momento de debilidad, pensó “si me pillan me echan del Seminario y en casa me castigarán y mis padres nunca me lo perdonaran”…

Pero siempre, salía esa fuerza interior que le apoyaba y empujaba a seguir. En eso, que observó como el Bedel salía de la portería y se dirigía hacia las escaleras que le llevaban a la primera planta.

Gracias a Dios!, murmuró Angelito y hasta se santiguó, ese era el gran momento. Por lo tanto, corrió de puntillas para no hacer ruido y cruzó el hall y la portería y salió del edificio. Sin dejar de correr saltó para encaramarse al muro y de primeras resbaló y cayó al suelo, sólo eran unos rasguños de nada.

Se volvió a levantar y esta vez con más carrera y decisión, consiguió con su salto encaramarse al muro que bordeaba el recinto y una vez arriba, se descolgó por el otro lado que daba a la calle.

CAMINO DE CASA

 


 La ciudad estaba tranquila, hacía una noche fría propia del otoño del interior levantino y había poca gente por las calles, eran más de las 11 de la noche y eran los años 60. Tampoco era una hora punta, aunque para Angelito, que sólo miraba hacia el frente y con paso ligero, la gente o el tráfico, parecía que no les importara o no iban con él.

En su marcha, sólo veía pasar por sus costados, escaparates, coches, árboles del paseo, algún motociclista, peatones… como cuando miraba a través de las ventanillas de un coche y veía pasar todo ello por un lado u otro, eso pensaba el.

Al fondo se vislumbraba el Parque Jardín del barrio donde vivían los padres, con los árboles muy altos y, frondosos y a la vez muy oscuros. Había pocas luces y éstas eran de poca potencia. En otras ocasiones, habría pasado un poco de miedo. Aún así, cruzó el parque en menos de cinco minutos y al salir vio al frente la farola de luz amarilla, que tan bien conocía, que indicaba donde estaba la calle donde se encontraba su casa con sus padres … su madre.


EN CASA

Angelito había entrado en la calle donde se encontraba su casa e iba caminando y aminorando la marcha, conforme se acercaba a casa, las piernas le temblaban, le entraban dudas, se le secaba la boca y hasta empezaba a tener miedo.

 


Era la hora de la verdad, estaba frente a casa y pensó que se le caía todo encima. Su padre, Don Justo, le echaría la gran bronca y probablemente le “calentarían” el culo con algunos azotes…

Fueron tres minutos muy largos frente a la puerta de casa y por fin, decidió aporrear la puerta con los nudillos de la mano derecha, porque el timbre no funcionaba.

“Quien es?”, se oyó una voz grave desde dentro de la casa, era la voz de su padre, era pasada la media noche y estarían acostados, pensó Angelito.

Se volvió a escuchar y esta vez más fuerte y cercana a la puerta “Quién es?”

Apenas le salía la voz y entre cortado, Angelito, dijo varias veces,” soy yo, Angelito, Papá, soy yo Angelito”.

Se abrió la puerta y ahí estaban sus padres. Don Justo con el gesto fruncido, preguntó, “ Qué ha pasado? ¿Qué haces aquí?

Entonces, Angelito se lanzó a los brazos de su madre y se puso a llorar. El padre, lo separó y lo llevó a un dormitorio y le volvió a preguntar, ¿Por qué estás aquí? ¿Qué te ha pasado?

Angelito, entre lloros iba explicándose con la dificultad propia de la emoción y con ese nudo que tenía en la garganta que apenas le permitía hablar..

“Papá, hoy he saltado la tapia del Seminario porque quería venir a casa”, pudo decir Angelito.

“Tú estás loco?”, decía con gran enfado el padre, y lo zarandeó a la vez que le decía “¿No te das cuenta que tendrás una falta y puedes suspender y perder la beca?”. El padre, Don Justo, estaba indignado y profería palabras ininteligibles y en voz alta, mientras iba de un lado para otro. De verdad estaba indignado con la actitud de su hijo menor.

Mientras, la madre, mirando a su hijo con una mirada más tranquila y con voz pausada, le preguntó… “Angelito, ¿Por qué has hecho esto?”.



 



El niño, la miró, rompió a llorar y lanzándose al cuello de su madre y mientras la besaba en las mejillas humedecidas por sus propias lágrimas, le decía…

“Por esto, mamá, por esto, sólo quería abrazarte mamá, lo demás no me importa”.



A mi madre, que está en el cielo.

Ángel Corbalán