viernes, 30 de agosto de 2013

La ingratitud, esa conducta humana que pulula por doquier.






“La peor enfermedad del corazón es la ingratitud”.

Lamentablemente, los humanos somos los más ingratos de todos los seres vivos. Pareciera que un "nudo" se nos precipitara en la garganta a la hora de expresarles a otros cuán gratos quedamos con alguna buena acción de su parte. Somos muy ingratos, no solo frente a los favores; en muchos otros ámbitos también lo demostramos. No tenemos la delicadeza de expresar complacencia por los favores que nos hacen los demás.




En contraste, los animales son "elocuentes" con sus gestos de gratitud. El perro, por ejemplo, salta, corre, agita su cola frente a su amo; lo que dice con eso es que está agradecido por el cariño recibido, por los cuidados, por las manifestaciones de ternura con él.  A las plantas se les "habla", y se las toca cuidadosamente como rito del cuidado que se les prodiga. A cambio, ellas "agradecen" al ponerse más bonitas para el ornato de los espacios donde se las tiene; su clorofila se dinamiza, se ponen más verdes sus hojas y sus ramas florecen más aceleradamente.



Entre nosotros abundan las personas en cuyo vocabulario no figura la palabra "gracias". Son tan frescas, tan impávidas, que pareciera que esperaran que se les agradezca por haber solicitado y disfrutado los favores que les prestan otros conciudadanos. La desfachatez es su más "brillante" señal particular. Y ¡no faltan quienes "muerden" la mano de quien, en ocasiones, les da de comer!



No se trata, por supuesto, de que por cada bien que se prodigue uno se siente a esperar las voces de gratitud de los demás. ¡Eso es lo que menos se da en nuestra sociedad! Bueno fuera, entonces, que aprendiéramos a ser gratos. No cuesta absolutamente nada. No implica esfuerzo alguno. Procura buena imagen para quien reconoce al otro aquel servicio, aquel favor; y, claro, engendra una estupenda imagen personal. ¡Y quedan abiertas las puertas para futuras ocasiones!


Ay, la ingratitud!!



"Nadie apunta en su agenda los favores recibidos." (Séneca)

"Los hombres suelen, si reciben un mal, escribirlo sobre el mármol; si un bien, en el polvo." (Thomas Moore)

 "Casi todo el mundo paga gustoso los favores pequeños; muchos agradecen los medianos; pero es raro que no se corresponda a los grandes favores con la ingratitud." (François De La Rochefoucauld)










Fuentes:
Proverbios

Jairo Cala Otero    
Ángel Corbalán