miércoles, 20 de noviembre de 2013

A propósito de la intolerancia y otras cosas...







Hacía tiempo que no escribía artículos de opinión, en este blog, sobre algunas conductas de alguna parte de la ciudadanía, como ha sido en el post anterior.

Con más de cuatro años opinando libremente en la blogosfera e intercambiando opiniones y debatiendo sobre cualquier tema que argumentaba.


Debo reconocer que, en ocasiones, se han intercambiado a través del apartado de “comentarios”, varias opiniones, que aportan luces sobre cualquier tema a tratar.


Debo confesar que, en ese tiempo llegué casi a olvidarme de lo intolerantes que pueden llegar a ser las personas cuando descubren que alguien piensa diferente.

En la cabecera de este blog dice algo así; “Quien hace cosas cambia las cosas… quien no hace nada, deja las cosas como están”. Una verdadera idea o declaración de principios, e indicadora de que va este blog.


Ya que soy partidario de una frase que no es mía, pero que la asumo y sintetiza mi posición sobre la diversidad de pensamiento; “Donde todos piensan igual, nadie piensa mucho



Su autor es Auguste Rodin, escultor francés entre cuyas obras se cuenta la famosa estatua de “El Pensador”, y me parece que es una afirmación contundente que invita a la reflexión.


Es curioso que cualquier tema se convierta en caldo de cultivo para agresiones, insultos y todo tipo de ataques generados simplemente en el hecho de que no todos piensen igual.

Ayer mismo,  escribí un post sobre la actitud de un pequeño grupo de la sociedad, muy típico en pueblos pequeños de nuestra geografía nacional, que se encuentran en esos bares cercanos a un templo religioso, mientras esperan a sus “parientas” o “familiares", que bien participan en culto religioso, evangelizador o social como es Cáritas.


Y sobre todo, lo que trasciende a través de sus conversaciones en voz alta y que vienen a criticar “lo que se hace dentro de esa iglesia”, no valorando positivamente, actos donde participan sus propios familiares.



Las opiniones, siempre se basan en informaciones y estas son favorables o no, en función de la formación o pensamiento de la persona que la da. 

Probablemente, quien insulta o menosprecia, sin fundamento alguno, una actividad religiosa o social, cae en la intolerancia totalitaria. Es una conducta más de ciertas personas.


Algunos, los que no podemos rebatir en otros lugares, lo hacemos abiertamente en lugares como este, donde cualquiera que no esté de acuerdo, lo puede rebatir educadamente y dar su opinión, cosa esta muy enriquecedora.


Aunque deba decir una obviedad, esto es un blog y algunos lectores quizás no hayan notado que una bitácora es una página personal donde uno hace públicas sus ideas, convicciones y opiniones. Se escribe desde el interior, desde lo visceral, desde la cocina, el trabajo, el parque, la cama.

Al menos así lo hago yo y no pretendo ni deseo ser imparcial, diplomático o políticamente correcto. Esto no debe(ría) molestar a nadie ya que es el lector quien entra voluntariamente a leer, y no puede horrorizarse si encuentra algo que no coincide con sus creencias.

Por eso, me provoca algo intermedio entre gracia y asombro el hecho de que algunos se ofusquen tanto como para sentirse personalmente agredidos al leer ideas diferentes a las propias, ideas que consideran erróneas. Y allí empieza la descalificación hacia el opinólogo de turno que se atrevió a emitir libremente su parecer.


Y no me estoy refiriendo tanto a comentarios en este blog sino a cosas que he leído por ahí, en foros y sitios especializados, donde pareciera haber una guerra feroz por hacer valer algún punto de vista que jamás deja de ser totalmente subjetivo. En lugar de validar y hacer pesar los propios gustos se suele intentar desautorizar los del otro. Y lo más gracioso es que en Internet nadie sabe con quién está hablando en realidad, podrías estar dándole consejos de conducción a Schumacher o de cocina a Ferrán Adrià sin saberlo y ponerte necio creyendo que llevas razón. Podría ser, pero no será frecuente.

Me quedo pensando por qué a las personas les causa tanto fastidio enterarse de que existen otras opiniones además de las propias.

¿Será inseguridad? ¿Desconfianza a lo diferente? ¿Temor a cambiar de opinión?



En mi vida conocí muchas, pero que muchas personas que cambian de gustos según con quien estén. Amigos, parejas, compañeros de trabajo son los modelos que utilizan para definirse, pero cuando se alejan de ellos vuelven a sus gustos originales o a la nebulosa en la que estaban hasta encontrar un nuevo espejo en cuál reflejarse.


Solo tengo claro que en este blog seguiré diciendo lo que pienso, por supuesto, y leyendo de mucho agrado a quienes tengan diferentes puntos de vista, debatiendo con convicción pero respetando lo que digan otros.

Siempre elegiré el disenso inteligente antes que la aprobación obsecuente.

Así que ya sabéis amigos lectores, en Mirando el horizonte podéis entrar, leer, volver y opinar con libertad, yo haré lo mismo.


 "Tolerancia es esa sensación molesta de que al final el otro pudiera tener razón.".

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