lunes, 19 de enero de 2009

El método Tradicional y Las Nuevas Tecnologías

Homenaje personal al gran José de Huelin, de profesión barbero tradicional.

Quiero comenzar aclarando en este momento, ya que antes o después y gracias a las nuevas tecnologías, este articulo de opinión muy personalizada se va a leer en la red, y aunque que esta historia real se originó en esta habitación 507 de la Clínica, debo reconocer que primero lo he escrito con bolígrafo y sobre papel, eso si, reciclado.

La Historia que les voy a contar es triste pero contada por mi amigo “Curro”, de Algeciras, es menos triste, sin dejar de ser verdad.
En Curro, todo es filtrado por una visión optimista, su forma de encararse a los problemas le hace sobrevolar ante las vicisitudes que la vida le pone al paso.

La historia es la siguiente; Curro por diversas circustancias ha dado con sus huesos en una clínica, habitación 507, solo y desconociendo a todo el personal.

Antes de entrar de lleno a contar este relato, quiero hacer una defensa de la Nuevas Tecnologías (para aquellos que no las necesitan), nos proporciona muchísimas ventajas y grandes herramientas, y para destacar una (nos acompaña en esta aventura).

Como contraposición, no por ello menos solvente, pero que para la mayoría de opinión ha quedado obsoleto, está el método tradicional, no hacen grandes números, tienen en común que deciden también personas, pero con unos valores pocos fluctuantes, más bien con principios a los que se aferran y que calan en su persona, que vienen desde varias generaciones, no saben de grandes cifras decía, tampoco de grandes problemas, saben del día a día y de las personas que miran a la cara.

Son muchos días en el hospital, más de 20 días, en esta habitación 507 de la Clínica, muchos días, demasiados. Una habitación de una clínica es, para recuperarse de una enfermedad, estar controlado y en observación, pero en la 507, desde el primer momento que entró Curro, la tomo como un “Camarote”, era además el puesto de mando de un petrolero por el golfo Pérsico o el mostrador de un chiringuito de una playa malagueña. Y todo gracias a sus largos estados febriles que no cesaban ni sus inconvenientes, una jaqueca impresionante.

Estos se acentúan porque no se acostumbraba a llevar el pelo tan largo, el pelo rizado cuando sube la temperatura corporal, la cabeza parecía un surtidor y le resultaba una incomodidad más. Sólo cesaba cuando le ponen a través del gotero (ese largo brazo ya inseparable) paracetamol o Nolotil, y allí queda acurrucado en la cama y la habitación a oscuras empieza a tener vida propia .

Es viernes tarde, el fin de semana que le espera, ¿será posible que la fiebre no se ha dado cuenta en que día vivimos?

¿Por qué la fiebre no se va de Fin de Semana?

Hora y media después , empieza a notar el efecto de los analgésicos y ya no le duele tanto la cabeza , pero sigue incomodo con la melena húmeda , lo que no le impide soñar con otras situaciones más agradables y otros sudores mas reconfortables, por ejemplo el último verano de feria en Málaga, que tras el baño en la playa de la Malagueta, disfruto en compañía de buenos amigos, de la feria de dia en las inmediaciones de la Calle Laria, bajo los toldos y casetas que poblaban el centro histórico malagueño. Bailar sevillanas y tomar rebujitos o cerveza , daba calor , pero que gusto de calor. Ni el gentio , muy numeroso, molestaba, musica y gente cantando , eso si animaba. Pero volviendo al momento, la melena sudaba y no era de disfrutar un verano de feria, sino de una fiebre de caballo.

. La fiebre y exceso de “lanas”. Sólo la fiebre le transportaba hacia sitios mejores.
Pone la TV y la radio, buscando entretenimiento y evasión hasta la nueva emboscada o ataque febril.

Coincide tanto en TV, como en la radio, con una campaña de publicidad de nuevas tecnologías a través de una compañía de telefonía de móviles.
La publicidad no puede ser más oportuna, quizás venía como agua de Mayo, decía… “En tan solo una hora dispondrá de MODEM e instalación gratis a la red para autónomos, aquí en Málaga o en cualquier Lugar de la provincia”.

Hasta ahora, solo tenía el ordenador portátil en el armario de la habitación, pero no disponía de red y esta sería interesante para atender correo, es autónomo y tenía abandonada la clientela casi 40 días, a parte de colaboraciones a través de artículos con otros blogger o revistas digitales a los que es asiduo colaborador.

Una y otra vez, la publicidad iba entrando en su cabeza.
Zas! Pensó que debería ser extraordinario tener la red y comunicarse en los momentos que este operativo (sin dolores y malestar), con la familia, compañeros, compromisos vario etc. Total en una hora, seguro que lo tendría, decía la publicidad.
Y con la osadía que su estado le viene caracterizando, mezcla de ansiedad y últimos coletazos febriles, se puso en contacto con la compañía operadora que anunciaba estas nuevas tecnologías, y para ello facilitaba un número telefónico de cuatro cifras.
Sin dudarlo, llamó. Y cuando digo que se puso en contacto con la compañía, no exagero, ya que habló a lo largo de 30 pausas musicales y muchos más intentos de llamada, quizás pudo hablar hasta con dieciocho (18) personas distintas, bien por su condición de hombre o mujer, acentos, etc.
Si no habló con toda la plantilla, poco le faltó.
Por fin, le hacen contrato grabado y le aseguran tras contratar tal servicio que en una hora (o algo así), recibirá el producto que se lo llevará un comercial a su habitación del hospital.
Bueno, ya lo había solucionado, como si de tal estímulo se tratara hasta se encontraba bien, parecía una tontería, sin embargo lo sentía como dicen los americanos como una “caricia”, había deseado algo y ya prácticamente lo tenía.

Ahora sólo me faltaba el peluquero, esto era nuevo para mí, ¿como hacerlo?
Llamó a la centralita ( debo decir a su favor que todo hasta ahora lo había hecho con una mano, es importante, sobre todo cuando con dos era un verdadero desastre), en algo menos de treinta sones, es razonable, esta Clínica es muy grande y tiene mucho movimiento ( por algo será) le atendió la recepcionista y preguntó si en algunos casos los pacientes habían podido contratar servicios de peluqueros en la clínica, La recepcionista, Susana, muy amablemente le dijo que “Si, es más si quiere yo mismo se lo gestiono, se trata de un barbero que llamamos y viene a cortar el cabello a los enfermos en las habitaciones de la clínica”.

¡Maravilloso!, le solicitó y agradeció su gestión.
Como veinte minutos más tarde, le dijo que el peluquero había dado su conformidad y vendría probablemente el lunes a partir de las 5 de la tarde a la clínica a cumplir tal servicio y además le dio un dato muy interesante, “mire usted, es un barbero tradicional”. “Un señor que tiene su barbería que es familiar y en casos puntuales, cierra el local y hace servicios en la clínica previo aviso”.
Y me gustó, sonaba a añejo, tradicional. Le vino a la cabeza una idea, una definición de método tradicional y se quedó con ésta de distintas que conocía, “Doctrina, costumbre, etc., conservada en un pueblo por transmisión de padre a hijos” precioso comentó, le gustaba, por fin entre tantas nuevas tecnologías y marketing un ser auténticamente tradicional.
Redondo, si todo iba bien, algo tan inusual podía llevarse a cabo, la señal de red y aclararse de “lanas” de la cabeza, lo del proceso febril no estaba a su alcance todavía (era cosa de los médicos y de Dios también).
En una de las múltiples llamadas a la empresa de servicios de nuevas tecnologías, le pusieron en contacto con el comercial y la tienda que serviría (en una hora) el famoso MODEM, o lo que es igual la conexión a la red, para dejar de sentirse aislado
“Que suerte son las 10 de la mañana, del sábado, pronto tendré conexión y sabré si mi blog sigue vivo, ¿como estará de correo atrasado?, ya más de 20 días desconectado a todo, excepto a este estado febril acompañado de viajes al baño”, se animaba.
“Por otro lado, que será del correo, más de veinte días abandonado, ¿funcionará mi blogweb? , es un poco “pobretón”, vamos hechos a pulmón como dicen los castizos con la ayuda de un amigo “entendido” en eso de la “red”, pero lo tengo abandonado mucho tiempo” pensaba ante la inminente entrada en la red…..
La persona que me ayuda está missing, parece que se lo ha llevado el viento de Tarifa, no contesta a sms y llamadas. Apañado estoy.
A las 13:00 le sirven la comida en la habitación, es tradición en la Clínica, en casa suele comer sobre las 15 horas, cuando ha terminado la jornada laboral de la mañana.
Mientras come no deja de mirar el reloj, no hay llamada alguna. Se dice entre susurros; “Curro tú tranquilo comete la dieta, que la necesitas para combatir los efectos secundarios de tantos antibióticos.
Está ya obsesionado, lleva varias llamadas a la tienda asignada para entregarle el “aparatito”, preguntando por su compra, por fin le cogen el teléfono y la respuesta ya le da pistas, “el técnico y el comercial van de camino”.
Era la segunda vez que se lo decía, y ojala acertara en esta, estaba perdiendo la fe en el sistema de ventas por teléfono.
Son las 16:00 horas, y nota que empieza a subirle la fiebre, no por lo del MODEM, sino, que ya han pasado el efecto de los calmantes y continua mi proceso febril, nota dolor de cabeza y de las articulaciones, llama a la auxiliar por el telefonillo y solicita que le tomen la temperatura.
Cuando entra la auxiliar con el termómetro, le encuentra “acurrucado en la cama”, con las ventanas cerradas, tratando de conciliar el sueño, lo que ya va siendo habitual desde hace más de 30 días, que ingresó en la clínica.
Ya le ha puesto el termómetro, y marca 38,9 ºC, lo que se considera fiebre, pronto aparece de nuevo la ATS, Inma, con un bote de Paracetamol y me lo pincha en el gotero.
“Espero que en 30 minutos baje la fiebre y el malestar Curro y te sientas mejor” le dice como despedida la ATS
Le arropa y estira las sabanas y cierra la puerta, otra vez se queda solo con sus pensamientos y la espera. –“Esto es para volverse loco” se dice.
Juro, que se le olvido el dichoso aparatito, pero no el peluquero, la melena ya estaba húmeda y se encontraba sudoroso, sucio, él acostumbrado ducharse en el barco o en tierra todos los días, era demasiado, su enfermedad no es excusa. Otra vez durante la fiebre , le vuelve la alucinaciones, esta vez en el mirador del Parador de Gibralfaro, donde se aprecia la puesta de Sol, abajo se ve la plaza de toros y el puerto, se sirven cocteles y buenos vinos, la música en vivo es suave y los arboles hueles a las flores de temporada. Un ambiente maravilloso, digno de repetir………Cuando?........Cuando esta maldita fiebre se acabe y vuelva a vivir un verano normal. Un verano diferente.

-“Cuando se me pase el malestar me ducho y que sea lo que Dios quiera”, pensó.
Pero, cuando se acuerda de la lanza porta goteros, que le ocupa todo el brazo izquierdo, ya se lo piensa, y en fin lo hará por partes.
Son las 18:00, y aprecia que disminuye el malestar físico, ya no le duele la cabeza y ésta, la tiene empapada de tanto sudar, se levanta y lentamente arrastrando el gotero entra en el baño, se lava con el brazo libre, la cara, la cabeza y se seca con la toalla.
Se sienta en el sillón y empiezan los problemas mentales, repasando las últimas horas pasadas.
¿Dónde estarán los del aparatito? ¿Los que lo prometían en una hora?
“En una hora se lo llevamos a cualquier sitio”, repetían una y otra vez la voz grabada tanto en TV como en radio...
Y pensaba, ¿también al Tibet?, ¿por que se me habrá escapado?
Quizás ¿por que sea el tema de la semana?
Me los imagino, a los monjes corriendo a gorrazos a estos impresentables de las nuevas tecnologías………
Pobre pueblo, que Dios me perdone por este desliz.
Llama por enésima vez a la tienda de servicio asignada y le contestan al otro lado, con cierta ansiedad le dice, “disculpe señorita por pesado pero desde hace horas tengo contratado…….”, no le deja hablar, y se oye al otra lado de la línea, “Ahora mismo le iba a llamar”. Aleluya, por fin viene, pensó, ¿seguro?
Continuó, “Mi compañero ha quedado tirado con el MODEM (el aparatito) que le llevaba para Vd. averiado en la carretera”, lo que menos se pensaba estaba ocurriendo.
Lo que le faltaba, aunque aún quedaba más, le solicitó si le podía auxiliar con alguien, (que osadía y sabiendo su situación) debo reconocer que le dio la risa.
El Titular en prensa seria: “Enfermo en sala hospital con gotero y carrito, rescata a comercial de productos de Nuevas Tecnologías, que se encuentra con el coche averiado en Punto Kilométrico 630 y cercano a la medio de población de Benalmádena, dirección Fuengirola. Y en menos de una hora “
Noticias menos provocadoras salen en el Time de Londres, y hasta en el “guinnes”.
Mantuvo la calma, al menos exteriormente y le contestó. “Lo siento señorita pero en esta habitación de hospital, estoy solo y no tengo acompañante, de lo contrario habría cruzado los 300 metros que separa la Clínica del Centro Comercial donde se encuentra su tienda y habría sido todo más fácil, de todas manera lamento el accidente de su compañero”, dicho esto, escuchó a la señorita decir..”Que lástima, pensé que le podría Vd. ayudar, habrá que esperar entonces a mañana, lo siento”. Colgó y quedaron como amigos.
Eso parecía al principio, después memorizó lo dicho y escuchado y le salieron varios tacos y culebras por la boca, de alguna forma tenía que desahogarse.
“Nuevas Tecnologías” no, Marketing y sin nada detrás, ¿sin base?
No sería justo nos agiliza (generalmente) todas las gestiones, como comunicaciones, video, emisión de billetes, etc. Aunque siempre al final esta la persona, y si ésta no está preparada las convierte en algo obsoletas, o dejan de funcionar.
Mañana, mañana, la respuesta de la señorita, estas mismas le traían a la cabeza, lo que un buen amigo suyo, alemán que vivía a caballo entre Bremen y un pequeño pueblo de la comarca malagueña de la Anarquía, en la costa cerca de Torre del mar, que definían a los informales, como “los mañana, mañana”. Cada vez que le pedía fecha al currante de turno para cualquier chapuza casera siempre contestaba, “mañana, mañana, mañana.”
Domingo, día de tregua y de paciencia, misa matutina y sesión de televisión.
Con el lunes comienza la esperanza de conseguir esa “caricia”, algo que viene esperando demasiado tiempo y que le encantaría conseguir (MODEM y peluquero).
Y aquí se encontraba otra vez en la habitación 507, casi a punto de llorar (es un decir, debido a la impotencia que sufría), por estar esperando días para recibir un servicio que según anunciaban en radio y televisión una y otra vez,”se lo llevamos en una hora “
Ahora, daba pié a una nueva reflexión, si las Nuevas Tecnologías se entregaban con tanta lentitud y causando frustraciones, ¿que sería del método tradicional del Peluquero? La duda ya le causaba sudores, en su cabello rizado que Dios le ha dado, y, sobre todo a él que siempre lo llevaba corto y muy cuidado.
Hoy como diría un castizo “se junta el hambre con las ganas de comer”, hace un día de calor típicos en Málaga, y Curro no quiere poner el aire acondicionado, teme enfriarse, tiene las defensas muy bajas y sería peor un constipado. .
Le seguían las dudas, lógicas por otra parte, según las nuevas tecnologías teníamos todo el Internet, TV, radio, pero ese marketing con tanta agresividad, se llevaba por delante todas las ideas positivas que despiertan las Nuevas Tecnologías.
Se guardaba en su mente varios ejemplos oídos en distintos medios de comunicación a respecto, “Nuevos conjuntos de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico de un determinado sector o producto”. Tantos pensamientos le estaban subiendo la temperatura.
Llamó a la ATS y le volvieron a poner el termómetro, a los pocos minutos ya llegaba a 38,8ºC, demasiado y además el pelo empapado. Ya no tardarían al comprobar la fiebre, que la habría que bajar, pronto le engancharía el bote de paracetamol al gotero y a descansar, el coco y el cuerpo. Así lleva Curro más de veinte días de proceso febril, y nadie da con la tecla de su problema. ¿Entraré en el guinnes?, se pregunta cuando sale la enfermera
Una vez puesto el paracetamol, las mejorías aparecen a partir de los veintitantos minutos, pero antes se acuesta y apaga la luz, todo le molesta.
Ahora en la oscuridad de la habitación, con el dolor y el calor insoportable, se preguntaba, acurrucado en la cama. ¿Si estos comerciales, son de las nuevas tecnologías?, ¿que será del señor del método tradicional, el peluquero?”. ¿Que tardará en llegar? Sólo de pensarlo estaba otra vez sudando y el cabello húmedo.
¡Que mala suerte! Se lamentaba, el calor le podía y le parecía insoportable e indignante, la tomadura de pelo, en verdad que se sentía frustrado.
Fueron unos minutos de silencio, se había quedado dormido con los últimos pensamientos, la playa de Málaga, el chiringuito y los amigos tomando unas cervezas. Le despertaron unos golpecitos en la puerta de la habitación.
Salto de la almohada y automáticamente contesto “Adelante” ¿Quién será?, se preguntaba, le embargaba la duda, ¿el técnico de Internet?, se preguntó.
¡NO!, no podía ser. Allí estaba en el umbral de la puerta, ahí estaba él.
Un señor de mediana edad, moreno, de estatura mediana, enjuto, mediterráneo, malagueño autóctono, propio del lugar, y con decisión se presentó.
“Soy el Barbero”, (cuanto tiempo sin oír ese nombre de tan ilustre profesión). Y Curro de una manera ridícula contestó “Y yo el paciente”.
Tras un apretón de manos, el suyo quizás mas fuerte, tampoco quería demostrar fuerza, sino alegría, ilusión y las ganas de que llegara. Su entrada había sacudido la modorra de la siesta.
Pero de pronto, y con la destreza a la que poco acostumbrado estaba a observar, José, el barbero, le ubicó en una silla en el centro del camarote o habitación, rápidamente, con celeridad le rodeó el cuello y espaldas con toallas del baño, como si de una “capa española” se tratara y en menos de tres minutos, había colocado todos sus bártulos encima de la cama, los tradicionales cacharros metálicos, una antigua vacía de barbero (recordad al Quijote, la llego a usar en la cabeza), y los clásicos que tantas veces hemos en películas de los 50 y 60, aquellos años, en lugares y poblaciones mediterráneas.
Curro recordaba, mientras José el barbero comenzaba su faena, a su padre cuando iba a la barbería y le acompañaba, allí le cortaban el pelo y lo afeitaba, eso sí, un barbero vestido con una bata blanca con cuadros azules, tijeras y peine en mano.
Pues José, no se quedaba corto, la cama del camarote parecía una exposición de artículos de época de los barberos tradicionales, vacías, vasijas con agua, la botella para el masaje, un cacharrito con cuchillas, el peine etc. Y como no, las tijeras, éstas si que eran de época, y cuando digo época, me refiero a la denominada “Siglo de oro español”.
Este José, el barbero, mezcla de Sancho Panza y de Séneca, éste último no me refiero al cordobés-romano, sino a aquel personaje que en la televisión española en los 60 y 70, protagonizaba el que fue gran actor Antonio Martelo (malagueño) y que venía a representar la “sabiduría popular”, y, sabrán pronto porque lo digo.
José, paralelamente a los tijeretazos y tirones del pelo, no paraba de darme consejos y me hablaba con soltura y hasta con cierta “autoridad” de todo. Es un verdadero “chollo”, pensó Curro ante la verborrea del barbero.
Le hablaba de todo, lo mismo sobre ventajas de un gran corte de pelo en mi proceso febril, se lo había dicho a José su abuela. Que de la eficacia del plantel médico que había en esta Clínica. Que si los ATS, las eligen entre las mejores profesionales de la ciudad. Que si el Director, es excelente en esta Clínica y de reconocido prestigio, lo había leído en la prensa, y un día lo saludó personalmente.
Que de aquí, en menos de lo que Curro pensara, saldría hecho un toro (manso, pensó Él) del hospital. “Está Vd. en las mejores manos, y tal y tal”, Curro se sentía tan relajado que dio mas de una cabezada, vamos, que estaba casi dormido cuando José termino”.
Quizás, no habían pasado apenas 20 minutos, o al menos eso le pareció. Paro su monologo le limpió con las mismas toallas, rápido y con la mayor de diligencia posible, fue a llamar a una limpiadora para que recogiera esas “toneladas” de pelo muy bien repartido que se encontraba en el suelo del camarote.
Curro, por el contrario, se dirigió al cuarto de baño (con la rapidez propia de ir amarrado a un gotero aunque la base lleve ruedas) para observarse en el espejo y quitarse el resto de los pelillos sueltos que pululaban por el cuello, los hombros y las orejas. ¡Ostras! , al otro lado del espejo había un hombre que no reconocía. No estaba él, estaba Robert de Niro, después de algunas palizas que recibía en la película de “Toro Salvaje”, donde protagonizaba a un boxeador con más de 120 kilos.
Bastantes litros de agua después por la cabeza y la cara, con una sola mano (esto tiene mérito), y con toallas limpias, se encontraba perfecto, claro dentro de sus limitaciones, pero estaba radiante, fresco, alegre, feliz. Con la cabeza fresca y con mucho ánimo, salió contento del cuarto de baño, con gotero y todo.
Y allí estaba en el centro del camarote. Le estaba esperando José, que había gestionado y con cierto éxito, la limpieza del Camarote, dejándolo como antes de su llegada.
“A que parece Vd. otro” “Se encuentra mejor, verdad” “Ya se lo decía yo”
Todos esos mensajes fueron positivos e hicieron que Curro se sintiera sereno, a gusto con su imagen, incluso hasta asintió con una voz fuerte y rotunda. “Muchas graciars José, tiene usted toda la razón, ahora parezco otro”
“¿Que le debo?”, el precio, hasta le pareció muy barato, y por ello le sumo una propina. Y ya después, como es “tradicional”, se despidieron a la española, que ser hasta que le necesite o lo que dura el corte de pelo.
Habría pasado una hora de la marcha de José, y una vez cenado, empecé a pensar sobre las diferencias existentes entre las Nuevas Tecnologías y las clásicas, en donde la mano del hombre es más intensa.
Se encontraba Curro con esos pensamientos, mientras su mirada se dirigía a través de la ventana a aquel Centro Comercial, a menos de 200 metros de su ventana, donde se hallaba físicamente la tienda donde había contratado el servicio del MODEM, sistema de Internet que me daba acceso a la Modernidad de la Globalización, le daba tristeza el hecho de su proximidad al Hospital donde se encontraba, llevaba tres días esperando, para que unos técnicos cualificados cruzasen esa distancia y no habían tenido éxito. Y un barbero, José que había venido andando desde Huelin, a unos dos kilómetos de la Clínica en apenas “una hora”, andando, con entusiasmo e interés de forma artesanal y clásica, había realizado un encargo perfectamente en menos tiempo, sí, de una manera tradicional.


Angel Corbalán

angel_corbalan@hotmail.com

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