sábado, 8 de agosto de 2009

Pasó de puntillas. 40 aniversario del nombramiento por Franco, de el Rey!!!

En este año de 2009, estamos celebranco muchas cosas; la llegada del hombre a la luna, que nos lo ha recordado Jesus Hermida, y el del 50 aniversario de la fundación de ETA, que ya se encargaron ellos en recordarlo; con dos guardias civiles asesinados y una bomba explosionada en una casa cuartel de la Guardia Civil.
Sin embargo, se ha celebrado y en las mismas fechas, el cuarenta aniversario del nombramiento de D. Juan Carlos de Borbón, como sucesor del dictador Francisco Franco.

La Ley de Sucesión a la Jefatura de Estado iba a dar solución en la persona de Juan Carlos de Borbón, nombrado Príncipe de España, al complejo proceso de designación del sucesor por el propio dictador. Franco pretendía perpetuar su régimen cuando no estuviera. La dictadura no sobrevivió a los setenta, pero el elegido se aseguró para él y los suyos una Corona que aún hoy ostenta.

A la mañana siguiente de aprobarse la ley, Juan Carlos aceptaría el encargo y, “recibiendo de Su Excelencia”, dijo “la legitimidad política surgida del 18 de julio”, juró el cargo de sucesor y los principios del Movimiento. Cuarenta años después hay quien ve en todo aquello una jugada maestra del actual jefe del Estado para atar en corto a los sectores del régimen refractarios al proceso democratizador que, de forma imparable, se abrió tras la muerte de Franco. Pero también están los que sostienen que fue la consolidación de una secuela del franquismo que, años más tarde, se blindó con una Constitución cuya reforma en lo referente al modelo de Estado sólo es comparable a un cofre de siete llaves.

Sea como sea, Juan Carlos I consiguió que los Borbones volvieran al trono pese a que ello le costó una trifulca familiar con su padre, Juan de Borbón, legítimo sucesor de Alfonso XIII (depuesto en 1931), a quien Franco vetaba. De Juan Carlos sí pensó el dictador, y así lo afirmó en las Cortes aquel día, que había dado “claras muestras de lealtad a los principios e instituciones del Régimen”.

Los historiadores consultados por Público coinciden en que su nombramiento tuvo que ver con las presiones de capitostes del régimen como el entonces presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, o Laureano López Rodó. “Querían garantizar el franquismo sin Franco y estaban convencidos de que un príncipe que jurase fidelidad a los principios y leyes del Movimiento y traicionara a su padre sería fácil de pilotar”, asegura Joan B. Culla, profesor de Historia de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, constata la voluntad de “institucionalizar” el régimen. Y Julián Casanova, catedrático en la Universidad de Zaragoza, exhibe documentación donde, ya entonces, Carrero se refería a la “monarquía del Movimento Nacional”. El contexto no era baladí y era necesario transmitir imagen de renovación. Era el año del escándalo Matesa, seguía el enfrentamiento búnker-reformistas y la sociedad española hacía su particular transición social y cultural. Tendrían que pasar unos años para que la política diera respuesta a la realidad de la calle.

Sin muestras de apertura

Casanova señala que es difícil juzgar al príncipe de entonces con el prisma actual. “No hay duda de que el de ahora se parece más al de la Transición que al de hace 40 años. Entonces no se le veían atisbos de apertura”, señala. De hecho, recuerda el catedrático, después de 1969 pasaron cosas graves, con penas de muerte que horrizaron al mundo, y el ahora rey calló.

En este aspecto ahonda más Iñaki Errazkin, periodista autor de Hasta la coronilla. Autopsia de los Borbones. “Fue nombrado sucesor del dictador y, antes de aprobar la Constitución, ejerció formalmente como tal. Franco delegó en él en dos ocasiones por salud, se puede hablar de él como dictador suplente”, apunta. Le apoya el catedrático de la Pompeu Fabra Vicenç Navarro. Para él, Juan Carlos I nunca nombró gobiernos con prioridad democrática y estableció “la continuidad entre aquel régimen y el sistema actual”. Fueron las demostraciones de fuerza en la calle y la tensión social y política “las que le obligaron a abrirse”.

Hay acuerdo en que la legitimidad democrática no llegó, en todo caso, hasta la Constitución de 1978 que redactaron las Cortes tras las primeras elecciones democráticas. Moradiellos rechaza “prejuzgar” a una democracia y a una monarquía por cómo se instaura. En esta línea, sostiene que la democracia española es más garantista que la portuguesa, “que llegó tras una revolución y no tras una transición”.

La Constitución, todo o nada

Al igual que Vicenç Navarro, discrepa Iñaki Errazkin. Apunta que la Constitución fue un trágala para salvar la monarquía. Fue según él una operación de blanqueo e hipnotismo ejemplar: “o te comes la manzana con gusano o no hay manzana”. La Transición, compleja y cargada de renuncias, llevó al rey a ganarse “otras fuentes de legitimidad”, admiten historiadores como Moradiellos. El momento clave fue el 23-F. Según Culla, pasó de ser “el rey de Franco al salvador de la democracia”. Errazkin los enmienda: “En el 23-F se trataba de consolidar al rey ya fuera con el golpe o con su fracaso. Y se consiguió”.

En todo caso, como zanja el catedrático de Derecho Constitucional Francisco Balaguer, en la Transición pocos pudieron “debatir entre monarquía o república; el tema era democracia o dictadura”. Ganó lo primero. Pero con corona incorpodada.

El debate sobre la legitimidad del monarca !!!

Julián Casanova. Catedrático de Historia

“Cuando se le nombró [Príncipe] no pensaba en democracia, eso fue una evolución lógica”

Francisco Balaguer. Constitucionalista

“La forma en que se le nombró sirvió para tener legitimidad en sectores del régimen”

Iñaki Errazkin. Escritor

“La última vez que en España se decicidió sobre la monarquía fue en 1931″

Enrique Moradiellos. Catedrático de Historia

“El rey sobrevivió la Transición porque, entre libertad y paz, la gente quería paz”

Joan B. Culla i Clarà. Profesor de Historia

“No ha sido el rey que quería Franco. Se ganó la legitimidad al margen del régimen”

Vicenç Navarro. Catedrático de Políticas

Durante estos años, ha sido el símbolo del poder que retuvieron las derechas”


Por encima de todo...Rey!!!

Juan Carlos de Borbón y Borbón nació en Roma, el 5 de enero de 1938, donde residía la Familia Real española en el exilio, desde que el 14 de abril de 1931 se proclamara la República en España. Es el segundo hijo de los Condes de Barcelona, Juan de Borbón y Battenberg (1913-1993) y María de las Mercedes de Borbón y Orleans (1910-2000). Posteriormente, el joven príncipe residió en Laussane (Suiza) y Estoril (Portugal) hasta que en 1948, cuando tenía 10 años, su padre y el general Franco acordaron, según las Bases institucionales de la Monarquía Española de 1946, que realizara una educación conveniente en España, una etapa de formación universitaria y militar, a la sombra de las autoridades españolas del momento, a la que siguió una serie de prácticas en las principales instituciones del Estado y viajes por España y el exterior para conocer la realidad del momento.

El 14 de mayo de 1962 Juan Carlos de Borbón se casó en Atenas con la primogénita de los reyes de Grecia, la princesa Sofía, de cuyo matrimonio han nacido sus tres hijos, las infantas Elena (1963) y Cristina (1965), y el príncipe heredero, Felipe de Borbón y Grecia (1968). Tras la boda, el nuevo matrimonio se instaló en el Palacio de la Zarzuela, decisión que conllevó algunos roces con su propio padre y Franco. Hasta el momento, D. Juan había intentado mantener a Franco al margen del matrimonio de su hijo al mismo tiempo que deseaba algún tipo de reconocimiento antes de su definitiva instalación en España.

La Ley de Sucesión de 1947 declaraba que España era un Estado constituido en reino, aunque formalmente sin una monarquía y un rey. Esta forma de Estado fue ratificada posteriormente por la Ley de Principios Fundamentales de 1958 y la Ley Orgánica de 1967. El proceso institucional del franquismo establecía una monarquía singular, en la medida que era definida como la monarquía del Movimiento Nacional, con un carácter continuista de sus principios e instituciones. La denominada cuestión sucesoria fue un proceso lentísimo e incierto hasta el último momento, fundamentalmente por dos razones: la existencia de diferencias y divisiones entre los distintos grupos del régimen franquista sobre su forma institucional -monarquía, regencialismo, presidencialismo- y, sobre todo, alrededor de la persona que debía ser el sucesor: Juan Carlos de Borbón, Javier de Borbón Parma, Carlos Hugo de Borbón, Juan de Borbón o incluso el futuro yerno de Franco, Alfonso de Borbón Dampierre que, a su vez era hijo de Jaime, el segundo hijo de Alfonso XIII. El gran temor de Franco era que España tuviera una monarquía liberal, de ahí el control político de la sucesión y de la supervivencia del régimen después de Franco.

El 22 de julio de 1969, las Cortes Españolas designaron a Juan Carlos -nieto de Alfonso XIII e hijo de Juan, su quinto hijo- como sucesor de Francisco Franco, como resultado de una decisión suya y súbita, en la Jefatura del Estado, con el título de rey.

Los últimos años del régimen franquista fueron muy complejos para el futuro monarca ya que tuvo que mantener un equilibrio entre las activas fuerzas opositoras y las estructuras de la dictadura, en un convulso contexto sociopolítico y la creciente presión internacional, cada vez más crítica con el régimen político. El futuro Jefe del Estado mostraba una imagen contradictoria e incluso una incógnita: para unos era un elemento continuista del franquismo y para otros una esperanza de cambio, hacia una democracia. Durante este período, las relaciones entre padre e hijo fueron muy difíciles, especialmente tras el resultado de la escabrosa cuestión sucesoria que había adoptado personalmente Franco, al margen de la legitimidad dinástica de la Corona, depositada en la persona de Juan de Borbón. El padre de Juan Carlos fue el titular de los derechos dinásticos y la Jefatura de la Casa Real Española, por transmisión directa de su padre, el rey Alfonso XIII, hasta que en mayo de 1977 los cedió a su hijo, el rey Juan Carlos, legitimando la sucesión en la Corona española.

Entre el 19 de julio y el 2 de septiembre de 1974, Juan Carlos desempeñó, por primera vez y de forma interina, la Jefatura del Estado por la enfermedad de Franco, que ejercería nuevamente desde el 30 de octubre al 21 de noviembre de 1975. El 22 de noviembre, dos días después del fallecimiento de Franco, las Cortes proclamaron a Juan Carlos como rey y con ello quedaba restaurada la Monarquía tras un paréntesis de 44 años, desde el 14 de abril de 1931.

La transición de la dictadura a la democracia fue un proceso extraordinariamente complejo en el que el rey Juan Carlos tuvo un protagonismo especial, conjuntamente con las fuerzas políticas y la sociedad española que fueron capaces de llegar a un consenso no rupturista, sobre todo durante el período preconstitucional del reinado (1975-1978): se logró transformar el sistema político desde dentro, utilizando su propia legislación y con la ayuda de una parte de su clase política, en la que tuvieron un papel esencial las figuras de Adolfo Suárez y Torcuato Fernández-Miranda, presidentes del Gobierno y de las Cortes, respectivamente. El pacto entre todos fue esencial para suavizar la delicada coyuntura socioeconómica y fruto de este espíritu de acuerdo fueron, por ejemplo, los decisivos Pactos de la Moncloa (1977). La Ley para la Reforma Política, aprobada por referéndum el 15 de diciembre de 1976, abrió el paso a un período constituyente que elaboró la actual Carta Magna.

La Constitución española de 1978 establece una monarquía parlamentaria y democrática en cuyo título II, dedicado a la Corona, se recogen las prerrogativas apolíticas, representativas y protocolarias del monarca, como Jefe del Estado, árbitro y moderador del funcionamiento de las instituciones, además de la jefatura suprema de las Fuerzas Armadas. El fracaso del intento de Golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 representó un punto de inflexión en el proceso de transición que consolidó definitivamente la democracia española y la imagen del monarca dentro y fuera de España, con numerosos premios y distinciones. Las relaciones internacionales, especialmente con Latinoamérica, además del mundo árabe y los países occidentales, la incorporación a la Unión Europea y la modernización del Estado son los principales aspectos que marcan el reinado de Juan Carlos I.

Desde el inicio del reinado de Juan Carlos I (22 de noviembre de 1975) y hasta el momento, distintas fuerzas políticas -conservadoras, centristas y socialistas- de todo el espectro ideológico, han desempeñado el Gobierno español, con seis presidentes distintos: Carlos Arias Navarro (Movimiento Nacional, 1975-1976), Adolfo Suárez (UCD, 1976-1981), Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD, 1981-1982), Felipe González (PSOE, 1982-1996), José María Aznar (PP, 1996-2004) y José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE, desde marzo de 2004).

Precisamente por ello, no hay que andar de puntilla por tal aniversario. Se tuvo la fortuna y el valor, por parte del Rey y de todos los españoles, y nos dimos nuestra Constitución. La Constitución Española de 1.978. Convirtiendonos en un pueblo que pasaba de un régimen totalitario a otro democrático, sin trauma alguno. Dando ejemplo a miles de paises, que se fijan en ese momento de la historia Española, siendo para muchos otros un verdadero referente.

çPues si, hay que celebrarlo. Franco, eligió muy bien. Viva España, Viva el Rey!!!

1 comentario:

  1. un trabajo de documentación excelente. Me ha encantado.

    gracias por tu voto igualmente.

    un abrazo desde Valencia.

    ResponderEliminar

Que opinas?