viernes, 3 de julio de 2009

A propósito de la Confianza y el Perdón


Desde hace algunos años, he venido escribiendo artículos de reflexión y sobre todo, de experiencias personales.

Para mi, ha sido un ejercicio continuo de auto-conocimiento y de gran ayuda, dados los eventos y sucesos que he vivido en esos años.

Por eso, me animo a escribir sobre un tema que tanto ha tenido que ver en mi vida y en las experiencias del día a día. Y este no es otro que el perdón y la confianza:

La confianza es el convencimiento que alcanzamos sobre nuestras propias capacidades y cualidades. Se asienta en nosotros a medida que constatamos nuestra aptitud en las tareas que realizamos y al tiempo que logramos la habilidad para mantener relaciones de calidad con los demás. Es, por tanto, un sentimiento que se genera en nuestro interior y de cuyo desarrollo somos responsables.

En la infancia necesitamos que el entorno, y en especial el padre y la madre, aporten seguridad, atención y nos haga sabernos queridos. Más tarde y a lo largo de toda la vida, aunque sigamos necesitando ser escuchados, respetados, valorados, y queramos saber y sentir que se cree en nosotros y en nuestras capacidades, debemos tener presente que la confianza hemos de trabajarla personalmente.

Para ello debemos actuar y formalizar relaciones bajo la premisa de tener paciencia, darnos tiempo, cuidar las formas y no olvidar evaluar y valorar cada una de nuestras acciones, no con el propósito de juzgarlas, sino con el fin de constatar nuestras capacidades y conocer nuestras limitaciones.

En “Salir del Pozo”, intento explicar como voy a salir de una situación difícil, a través de una conversación conmigo mismo y buscando técnicas para recuperar la confianza en mí mísmo y en los demás.

Para poder sentir que los otros creen en nosotros, hemos de ser nosotros, los primeros en sabernos válidos.

Es imposible creer que los demás confían en nosotros si nosotros mismos no lo hacemos, pues la confianza nunca viene dada de fuera. Si no hay equilibrio interno pensaremos que el apoyo, el aplauso o la admiración se nos ofrece para animarnos, por guardar las formas o, en la mayoría de las ocasiones, porque no nos conocen realmente y se quedan en la imagen que les estamos proyectando, es decir, creemos que les estamos engañando.

Esto deviene porque hacemos las tareas con la vista puesta en los demás, esperando su aprobación y beneplácito, sin un convencimiento interior. Al carecer de una guía personal que nos oriente en la consecución de nuestra meta o del proyecto de nuestra vida, el esfuerzo que debemos realizar es mucho mayor, y lejos de potenciar nuestras habilidades, debilita y destruye la confianza en nosotros mismos, y con ello la autoestima.

¿Por qué? Para contar con una buena autoestima debemos estar convencidos de que somos aptos para la vida que hemos elegido llevar. Quien no goza de confianza en sí mismo, posterga las decisiones, da largas a los asuntos pendientes, va dejando cosas sin hacer por el camino y mantiene una actitud de parálisis. Con todo esto, no consigue sino certificar que ciertamente es una persona en quien no se puede confiar.

“Al ser tan necesario que sea verdadera, la confianza no puede ser ciega sino que ha de estar sustentada en el conocimiento personal”.

Un conocimiento totalmente honesto sobre nuestras posibilidades y nuestras limitaciones, de forma que al acometer cualquier tarea o iniciar relaciones interpersonales sabremos manejar las expectativas para conseguir éxitos y no acumular fracasos, en términos de cantidad y de calidad.

Si no hemos sido honestos y fallamos tendemos a desvalorizarnos, a sentirnos menos que el resto de la gente y a pensar que nuestras opiniones no son tan importantes ni interesantes como las de los demás. En definitiva, que no somos personas atractivas ni dignas de tenerse en cuenta.
Mantendremos entonces pocas expectativas, muchos silencios y un lenguaje no asertivo. Ni pediremos ni reclamaremos, con lo que nos condenamos a una invisibilidad que nos destruye. Pasamos a ser personas dependientes y otorgamos autoridad sobre nuestras vidas a todos aquellos a quienes creemos superiores y más sabedores de lo que necesitamos nosotros que nosotros mismos.

Una alerta para saber que nuestra confianza está vulnerada es analizar las dudas, permanentes compañeras de viaje de quien no cree en si mismo. Aparecen dudas sobre cómo hacer, qué hacer; sobre los demás y sobre su honestidad, pues el listón de medir que se aplica a los demás, es el mismo que se tiene para uno mismo. Y si se desconfía de uno, se es escéptico con el otro, lo que conduce a una visión negativa de todo y de todos. Se es una persona tensa y con tendencia a controlar las relaciones sociales, que además desconfía de la amabilidad gratuita de su interlocutor.
La falta de confianza provoca que se asuman imprudentemente o no se asuman los riesgos y dificultades del acontecer cotidiano, con lo que se va dejando de aprender, de experimentar y en definitiva, de vivir el día a día.
Si bien la confianza nace en nuestro interior, su crecimiento y desarrollo está muy ligado a las relaciones que mantenemos y a las respuestas que obtenemos en ellas. Por ello, es también nuestra responsabilidad seleccionar, cuidar y mimar las personas con las que nos rodeamos y algo muy importante, apartarnos de las que minan nuestra confianza y, por ende, nuestra autoestima.
Habremos de entender que para que exista una relación es imprescindible que exista confianza, por lo tanto, en nosotros está el abrigar una buena confianza como punto de arranque y garantía de la buena salud de nuestras relaciones.

Esto nos permitirá salir de nosotros, abandonarnos en los otros y mostrar nuestra vulnerabilidad. Un ejercicio necesario para que las relaciones, amorosas, familiares o fraternales sean un verdadero encuentro sereno y cómodo, que posibiliten un enriquecimiento personal. Nos permitirán vivir en equilibrio, armonía y autenticidad.

En consecuencia, confiar en nosotros es abrir la puerta para hacer el camino de nuestra vida, y es también la esperanza y la ilusión con la que se mueve una existencia que sabe de su sentido y proyecto allí donde vive.
Como potenciar la confianza en nosotros mismos…
• Conocernos todo lo posible y de una forma continuada, ya que vamos experimentando cambios, con la máxima honestidad.
• Vivir activos: opinando, eligiendo, escogiendo, significándonos.
• Valorar y congratularnos de nuestras capacidades y posibilidades.
• Constatar nuestras limitaciones, para saber ser realistas.
• Afrontar retos y riesgos con prudencia y sensatez.
• Iniciar y mantener relaciones de calidad, donde la comunicación abierta, positiva y sincera sea una constante.
• Dejar de lado la tensión y el control continuo.
• Permitirnos mostrarnos tal cual somos, sin tapujos ni máscaras o escudos.

El Perdón

Buen tema este, periódicamente cuando rezamos el Padre nuestro, pedimos perdón “a Dios nuestro padre como así perdonamos a los que nos ofenden". En ocasiones, minutos después, ya no nos acordamos…

Entiendo que el perdón es una expresión de amor.

El perdón, nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo, lo sé por experiencia.
No significa que estés de acuerdo con lo que pasó. Ni que lo apruebes.

Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causas dolor o enojo.

Una persona que viva con rencor, vive con una gran carga y que le impide estar libre y moverse hacia sus objetivos.

Para ello, es importante ser humilde. Es necesario eliminar el orgullo que actúa como una barrera antes de ceder el perdón.

El perdón es incondicional, no lo ganamos, no lo merecemos y no podemos negociar con él, el perdón no está basado en la promesa de no volver a hacerlo, ofrecemos perdón a alguien así sea que esa persona lo pida o no.

Cuando alguien dice “te perdono si…….” Eso no es perdón, es negociar, cuando Jesús extendió sus manos en la cruz El dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lucas 23:34)”( La mayor expresión de perdon), El tomó la iniciativa, no esperó a que nosotros estuviéramos limpios primero.

El perdón no minimiza la ofensa .

Se desvaloriza el perdón cuando alguien te pide perdón y tu dices “no es gran cosa, esta bien, en realidad no me molestó…”, si no fue “la gran cosa”, no necesitas perdón y no necesitas ofrecerlo; Si realmente necesita perdón entonces no debemos minimizarlo cuando alguien te pide perdón.
El perdón no significa que la relación continúa sin ningún cambio.
La Biblia nos enseña tres cosas que son esenciales para continuar una relación que ha sido rota: arrepentimiento, restitución y reconstrucción de la confianza.

Debe estar genuinamente arrepentido y verdaderamente triste acerca de lo que hizo, no es tan solo decir un rápido “lo siento”, quiere decir que debes decir verdaderamente de corazón y con significado “lo siento, yo estaba equivocado, por favor perdóname” .

Ocasionalmente el perdón debe venir acompañado con algún tipo de restitución material, si yo vengo a tu casa y la incendio, no es suficiente con decir “ lo siento” yo debo asumir el costo de haber destruido tu casa.

Cuando se trata de reconstruir la confianza, puede tomar un largo tiempo. El perdón es instantáneo, pero la confianza es algo que solo se reconstruye en un periodo de tiempo, debe ser vuelta a ganar.

El perdón no es olvidar lo que ha pasado .

Ustedes habran escuchado esta frase una y otra vez “perdona y olvida”, Hay solo un problema con ello, es realmente difícil olvidar una herida causada en tu vida, es como cuando haces dieta, piensas en comida todo el tiempo, piensas más en ello que cuando no estabas haciendo dieta, la única forma de olvidar algo, es realmente enfocarte en algo más.

Y en este caso, yo me acuerdo del “Padre nuestro”…………….

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