"Quien hace cosas, cambia las cosas... Quien no hace nada, deja las cosas como están"
martes, 19 de mayo de 2009
Solo quería abrazarte....
03 Flaca - Baby Style
Como no podía ser de otra manera, en el mes de la mujer, tengo para una mujer muy importante en mi vida estos recuerdos:
Eran ya las 10 de la noche y había sonado el timbre que como todas las noches y a la misma hora, hacía sonar el Bedel, lo que indicaba que todos los chicos (seminaristas) debían estar acostados en sus respectivas camas y en silencio en los dormitorios.
Aunque ya llevaba más de dos meses interno en aquel Seminario, Angelito, no se había adaptado ni a las clases ni a los días de visita. Éstas, eran cortas los domingos y muy tristes cuando se marchaba su madre y él se quedaba meditando e intentando alargar los recuerdos de aquella hora de domingo.
Si todas las noches, se acostaba para dormir después de sus oraciones, esa noche, le resultaba difícil. No era una noche cualquiera, era La Noche.
Era Noviembre y hasta Enero no cumplía los 10 años, era un niño todavía, muy retraído y como dirían hoy , “con mucha vida interior.”
Esa noche, la había preparado mentalmente, había tomado una gran decisión, iba a escapar del seminario mientras los demás dormían e iría a casa de sus padres que se encontraban en la misma ciudad y a unos 5 kilómetros del Colegio Seminario, donde se encontraba en régimen de interno.
Aunque la decisión la había tomado esa misma tarde, durante el rezo del rosario, que entonces, se hacia paseando por el campo de deportes, ya eran varias semanas que por distintas razones no había podido ver a su madre……..
Entre oración y oración, paseaba por el campo de deportes, con los brazos recogidos y las palmas de las manos juntas en señal de oración. Angelito, repasaba cada uno de los momentos que deberá vivir, una vez tomada la decisión de salir por la noche, saltar el muro y seguir a la carrera hasta llegar a casa de sus padres.
Angelito, tenía amigos, como José Manuel, pero era una decisión personal la que había tomado y no quería perjudicar a sus amigos y menos, que éstos le quitaran la idea de la cabeza.
Tanto la merienda, como la cena no fue de su agrado, se encontraba muy nervioso y esto le restó el apetito.
Conforme llegaba la hora del “silencio”, las 10 de la noche, Angelito sentía como le latía el corazón con un ritmo diferente, hasta parecía que le retumbaba el sonido en los oídos, como unos golpes de martillos contra un yunque. De no ser tan retraído, alguien lo habría notado y quizá el plan no lo habría llevado a cabo.
Habrían pasado unos 40 minutos desde el timbrazo (silencio) u orden de acostarse, e incluso, habían pasado tanto el Bedel como los sacerdotes encargados de cada curso escolar, que comprobaban que los alumnos estaban dormidos y a modo de recuento, estaban todos.
Una hora después, todo estaba a oscuras y además en silencio. Claro, si no tenemos en cuenta los ronquidos de Ginesín, un chico muy majo de Cartagena y que dormía en la cama de al lado.
Aún pasaron aproximadamente 30 minutos más y Angelito, muy nervioso, daba vueltas y vueltas a lo que pretendía hacer, e incluso tuvo dudas…y hasta pensó dejarlo para otro día.
Era entonces, en esos momentos de debilidad cuando, una fuerza muy grande que le salía desde dentro, desde el corazón, le daba fuerzas para llevar a cabo esas decisiones que de antemano había tomado.
LA HUIDA
Lo había visto una y otra vez, casi treinta veces, en la película de François Truffaut , “Los 400 golpes”, ya que se había proyectado en el Seminario en tantas otras ocasiones. En ella, el protagonista de la película francesa, de aproximadamente la edad de Angelito, cogía la almohada y la tapaba con la manta y la colcha y así simulaba el cuerpo de un niño acostado y tapado. Y así lo hizo, pensó que nadie le echaría en falta, sólo faltaba cruzar cerca de la portería donde se encontraría el Bedel.
Mientras en la película, el protagonista huía de aquel internado (reformatorio), no un Seminario, y su meta era llegar hasta ver el mar…….para Angelito, su meta era llegar a casa y ver a su madre.
Antes, cruzó despacio el dormitorio, como se había acostado con la ropa de la calle puesta, no tendría que hacer ruido de taquillas.
De repente, se paró cerca de la portería, había una luz tenue, la que le servía al Bedel para leer y a la vez no le molestaba si se daba alguna cabezada “reparadora”. Angelito, no apreciaba ningún movimiento, sólo escuchaba de fondo la radio encendida de la portería. Aguardó unos minutos que se les hicieron muy largos y demasiados calurosos, ya que de los nervios no paraba de sudar.
Mientras esperaba, tuvo otro momento de debilidad, pensó “si me pillan me echan del Seminario y en casa me castigarán y mis padres nunca me lo perdonaran”…
Pero siempre, salía esa fuerza interior que le apoyaba y empujaba a seguir. En eso, que observó como el Bedel salía de la portería y se dirigía hacia las escaleras que le llevaban a la primera planta.
Gracias a Dios!, murmuró Angelito y hasta se santiguó, ese era el gran momento. Por lo tanto, corrió de puntillas para no hacer ruido y cruzó el hall y la portería y salió del edificio. Sin dejar de correr saltó para encaramarse al muro y de primeras resbaló y cayó al suelo, sólo eran unos rasguños de nada.
Se volvió a levantar y esta vez con más carrera y decisión, consiguió con su salto encaramarse al muro que bordeaba el recinto y una vez arriba, se descolgó por el otro lado que daba a la calle.
CAMINO DE CASA
La ciudad estaba tranquila, hacía una noche fría propia del otoño del interior levantino y había poca gente por las calles, eran más de las 11 de la noche y eran los años 60. Tampoco era una hora punta, aunque para Angelito, que sólo miraba hacia el frente y con paso ligero, la gente o el tráfico, parecía que no les importara o no iban con él.
En su marcha, sólo veía pasar por sus costados, escaparates, coches, árboles del paseo, algún motociclista, peatones…………..como cuando miraba a través de las ventanillas de un coche y veía pasar todo ello por un lado u otro, eso pensaba el.
Al fondo se vislumbraba el Parque Jardín de Floridablanca, con los árboles muy altos y, frondosos y a la vez muy oscuros. Había pocas luces y éstas eran de poca potencia. En otras ocasiones, habría pasado un poco de miedo. Aún así, cruzó el parque en menos de cinco minutos y al salir vio al frente la farola de luz amarilla, que tan bien conocía, que indicaba donde estaba la calle donde se encontraba su casa con sus padres …………………..su madre.
EN CASA
Angelito había entrado en la calle donde se encontraba su casa e iba caminando y aminorando la marcha, conforme se acercaba a casa, las piernas le temblaban, le entraban dudas, se le secaba la boca y hasta empezaba a tener miedo.
Era la hora de la verdad, estaba frente a casa y pensó que se le caía todo encima. Su padre, Don Justo, le echaría la gran bronca y probablemente le “calentarían” el culo con algunos azotes…….
Fueron tres minutos muy largos frente a la puerta de casa y por fin, decidió aporrear la puerta con los nudillos de la mano derecha, porque el timbre no funcionaba.
“Quien es?”, se oyó una voz grave desde dentro de la casa, era la voz de su padre, era pasada la media noche y estarían acostados, pensó Angelito.
Se volvió a escuchar y esta vez más fuerte y cercana a la puerta “Quién es?”
Apenas le salía la voz y entre cortado, Angelito, dijo varias veces,” soy yo, Angelito, Papá, soy yo Angelito”.
Se abrió la puerta y ahí estaban sus padres. Don Justo con el gesto fruncido, preguntó, “ Qué ha pasado? ¿Qué haces aquí?
Entonces, Angelito se lanzó a los brazos de su madre y se puso a llorar. El padre, lo separó y lo llevó a un dormitorio y le volvió a preguntar, ¿ Por qué estás aquí? ¿Qué te ha pasado?
Angelito, entre lloros iba explicándose con la dificultad propia de la emoción y con ese nudo que tenía en la garganta que apenas le permitía hablar..
“Papá, hoy he saltado la tapia del Seminario porque quería venir a casa”, pudo decir Angelito.
“Tú estás loco?”, decía con gran enfado el padre, y lo zarandeó a la vez que le decía “¿No te dás cuenta que tendrás una falta y puedes suspender y perder la beca?”. El padre, Don Justo, estaba indignado y profería palabras ininteligibles y en voz alta, mientras iba de un lado para otro. De verdad estaba indignado con la actitud de su hijo menor.
Mientras, la madre, mirando a su hijo con una mirada más tranquila y con voz pausada, le preguntó…………Angelito, ¿Por qué has hecho esto?
El niño, la miró, rompió a llorar y lanzándose al cuello de su madre y mientras la besaba en las mejillas humedecidas por sus propias lágrimas, le decía…………….
“Por esto, mamá, por esto, sólo quería abrazarte mamá, lo demás no me importa”.
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Emocionante!! Tito, ha sido muy emocionante.
ResponderEliminarMagnifico, y muy emocionante.
ResponderEliminarGracias por la memoria y por esa narración que pone los pelos de punta.
Los seres humanos a veces nos cuesta demostrar nuestros sentimientos y solo cuando pasa el tiempo, como si perdieramos el miedo o la timidez, nos da por ponerlo en un papel o en el blanco de la pantalla del monitor.
Un abrazo.
Antonio I
Gracias Cariño
ResponderEliminarLo tenía oculto, como si hubiera cometido un delito.........y ahora zash......lo suelto!!
Un fuerte abrazo
Tito Ángel
Hola Antoñin
ResponderEliminarMuchas gracias
Mejor no podrías describirlos, mis fobias y sentimientos.
Un fuerte brazo
Ángel
Delicioso relato Ángel, recibe mi enhorabuena.
ResponderEliminarUna gran demostración de sentimientos, una bella puerta a tu corazón.
Un saludo amigo...Ladrón de palabras.
Hola Ángel:
ResponderEliminar¡Qué recuerdo!...simple, sencillo, profundo.
Es de los recuerdos que nos gratifican y nos hacen sentir bien.
Un abrazo
Ángel Marinero, soy Alicia Vicchio, la periodista de Argentina, jueza de tu concurso. Quiero decirte que este bello post -fuera de concurso- merece un 11, porque sale del hasta 10. Acabo de meterme en ese seminario, salir por la tapia y acompañar a ese pequeño Ángel hasta la casa de sus papis.
ResponderEliminarUn abrazo a la distancia, que cruce ese Atlántico, majo.-
Ángel Marinero, soy Alicia Vicchio, la periodista de Argentina, jueza de tu concurso. Quiero decirte que este bello post -fuera de concurso- merece un 11, porque sale del hasta 10. Acabo de meterme en ese seminario, salir por la tapia y acompañar a ese pequeño Ángel hasta la casa de sus papis.
ResponderEliminarUn abrazo a la distancia, que cruce ese Atlántico, majo.-
(reitero mi comentario porque no sé si pude enviarlo con mi URL)
Se me parte el corazón..
ResponderEliminarPobre! Solo querias abrazar a tu madre!!
Que buen relato..
Ricos recuerdos que te llenan la vida!!
Me ha gustado mucho!!
ME SIENTO MUY IDENTIFICADO CON ANGELITO Y CREO QUE TODOS EN ALGUNA MEDIDA LLEVAMOS ALGO DE EL DENTRO ¡QUE BUEN ESCRITOR ERES! TE FELICITO UN ABRASO
ResponderEliminarSe puede ver escenas a través de tu relato.
ResponderEliminarMe acuerdo de la película, también me impactó.
Un abrazo
Cesar
Hola , querido amigo......Ladrón de palabras.
ResponderEliminarMuchas gracias po tu visita y comentario.
Lo tenia muy dentro de mí y como sabes, estoy en estos dias algo sensible, y lo he sacado.
Mes de Mayo, mes de la mujer y estos dos relatos para mi madre y mi hermana.
Un abrazo
Gracias Hector
ResponderEliminarUna vez que lo he sacado, me siento mejor
Un abrazo
Hola Alicia, guapa
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras.
Hay mucho cariño en ellas.
Recuerda que fué al segundo intento.
Besote
Gracias Pier
ResponderEliminarEres muy amable
Tu tambien tienes sensibilidad en tus relatos y comentarios.
Un abrazo
Hola Pablo
ResponderEliminarQue grande eres!
Gracias por visitarme y comentar los artículos.
Ya vasiendo hora que te borres lo de indignado.
Eres un buen tipo
Un abrazo
Gracias Angel. Excelente lectura. Me gustó. Felicitaciones.
ResponderEliminarEspero que tanto elogio no te hagan perder el rumbo,cuidate de la vanidad como de tu peor enemigo.
ResponderEliminarHola es la primera vez que entro aquí y debo decir que es un relato extraodinario con un gran sentimiento y muy bonito
ResponderEliminargracias